por Darlene N. Böcek
A veces olvidamos que Dios creó el mundo. A lo que me refiero: imaginamos a Dios creando luz, planetas y estrellas, la tierra, los árboles y animales, luego al hombre, y al séptimo día, descansando.
Nosotros, como seres humanos creados a imagen y semejanza de Dios, somos creadores. Hacemos cosas, pero no sólo las “hacemos”: las planeamos, preparamos, y consideramos. En estos días de pandemia, mucha gente está en casa haciendo arreglos, terminando proyectos inconclusos, cosiendo máscaras, o tejiendo. Para hacer una bufanda, encontramos un diseño que nos guste y decidimos qué colores irán mejor con nuestro vestuario. Luego vamos a la tienda de manualidades y elegimos el mejor grosor y colores, el número adecuado de madejas… se entiende.
Para pintar un cuadro, pensamos en cómo queremos que se vea: moderno o clásico. Un bodegón, el retrato de algún ser querido, un animal, o una escena. Otros componentes que planeemos pueden ser: perspectiva, el tamaño, el punto focal, óleo, acrílico o acuarelas, el color de las pinturas, y el lienzo. Luego lo dibujamos, ya sea en el lienzo o en papel. Sin importar lo que hagamos, el proceso es el mismo.
Planeamos porque seguimos el ejemplo de nuestro Creador, el planificador maestro. Las complejidades en nuestro ADN demuestran la forma de pensar de nuestro creador: “Se replicarán según su especie”, pensó. Creó el ADN, y luego ordenó: “reprodúzcanse según su especie. Llenen la tierra y domínenla”. (Gen 1:28). La orden era lo suficientemente simple de seguir porque la obediencia estaba integrada en la estructura de la criatura.
El Gran Plan y el Lugar del Amor
Cuando pensamos en el mandamiento “amarse el uno al otro”, debemos ver esto en contexto a la Biblia completa, en contexto del PROPÓSITO y PLAN de Dios al crear el mundo. Lo tenía todo bien pensado.
Aquí está el plan:
“En él tenemos redención por medio de su sangre, el perdón de nuestras transgresiones, según las riquezas de su gracia que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría y entendimiento. Él nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que se propuso en Cristo, a manera de plan para el cumplimiento de los tiempos: que en Cristo sean reunidas bajo una cabeza todas las cosas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra.
En él también recibimos herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que realiza todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, para que nosotros, que primero hemos esperado en Cristo, seamos para la alabanza de su gloria.” (Efesios 1:7-12, énfasis míos).
Claramente Dios creó el mundo para demostrar su profundo y extenso amor a través de Cristo y para enseñar al mundo ese amor a través de la iglesia.
Trinidad de Versículos de Amor
Amarse el uno al otro es un tercio de los versículos que celebran el amor de Dios. Ama a Dios con todo tu corazón, mente, alma y fuerza, ama al prójimo (incluyendo tu enemigo) como a ti mismo, y ámense los unos a los otros.
Dos de estos mandamientos de amor están incorporados dentro del ser humano. El gran PLAN y PROPÓSITO de Dios para el mundo, para el árbol que está en el jardín, por los que sufren, fue unido por el dúo de mandamientos de amor, escrito en el corazón de cada ser humano, y luego fue creciendo y nutriéndose gracias al ambiente familiar. Todo para enfatizar un punto focal.
La presencia de la religión en todo el mundo es evidencia del amor de Dios. La identidad de Dios manifestada claramente, la humanidad no tiene excusa. Honrar a Dios es un requerimiento, por lo cual encontramos un día de Sabbath practicado por todas las naciones desde los tiempos de Noé. Amar a Dios nos lleva a enfocarnos en él, a concentrarnos en saber más sobre su persona. Un conocimiento básico de lo sagrado nos confiere un temor del juicio eterno en la consciencia (Romanos 1) y la religión viene de este temor universal.
Interesantemente, “amar al prójimo” también está incluido en todas las religiones del mundo. La compasión es parte del ser humano, el ser “inhumano” es aquel que no tiene compasión.
Dos Dones de Amor y un Mundo Roto
Amar al prójimo nos enseña a mirar más allá de nosotros, de poner de lado nuestras propias necesidades para ayudar a los otros. En vez de pisar en el bajo, como lo harían las criaturas interesadas sólo en sí mismas, esto cambia la física de relaciones, ya que elevamos todo.
De la misma manera, amar al prójimo es la consigna del humanismo moderno. Lamentablemente, los paganos combinan estos dos mandamientos para amar al hombre y a otros dioses (la Madre Tierra, por ejemplo). Proteger al planeta o defender ciertos derechos usualmente obtienen la atención de los medios, y se convierten en el nuevo mandamiento, en vez de amar a Dios. Mientras que el cuidar a la tierra y dominarla era el trabajo de Adán, y a pesar de que es verdad que debemos ser buenos administradores de sus generosos dones, no hay un mandamiento de “amar a la tierra”. Amar a otro dios o deificar a la humanidad y sus sistemas de pensamiento es idolatría. Por supuesto que sin un temor verdadero a Dios es que se generan las excusas para apoyar el aborto y la eutanasia.
Amar a Dios y al prójimo ha sido incorporado dentro del ser humano y esparcido por la cultura y familia. La compasión ayuda a sanar a este mundo roto.
La máxima expresión del plan de amor de Dios, sin embargo, es el mandamiento de la iglesia de amarse el uno al otro. Antes de la creación del mundo, Dios quiso que hubiese una Iglesia. Su gente sería la luz dentro de la oscuridad. Su gente se amaría la una a la otra, en Cristo.
Su regalo máximo al mundo: Amarse el Uno al Otro
Jesús dijo, “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros.” Era nuevo. A través de Cristo, muchos se unieron; no bajo una nación, raza o tribu, como Israel, pero bajo la bandera de amor a Cristo. A través de su último mandamiento de amor, Dios enfatiza el punto focal de toda la historia: Jesucristo, nuestro amado Redentor. “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Como los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos: si tienen amor los unos por los otros.” (Juan 13:34-35).
Luego de este mandamiento encontramos a los creyentes rezando juntos en el salón superior, junto al Espíritu. Encontramos a creyentes juntos rezando por la liberación de Pedro, cuando éste llega a tocar la puerta, y Rosa, la sirvienta, obtiene su momento de fama. Encontramos a los creyentes juntos rogándole a Pablo, llorando para que no vaya a Jerusalén. La conexión con la sangre de Cristo hace que los creyentes de pensamiento individualizado se unifiquen en un cuerpo; el cuerpo de Cristo. “Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús” (Fil 2:5).
El amarse el uno al otro es el ingrediente que falta, el regalo máximo al mundo. “…para que sean perfectamente unidos; para que el mundo conozca que tú me has enviado, y que los has amado como también a mí me has amado. (Juan 17:23). Éste es parte del misterio escondido y luego revelado. Ya no se trata de cada hombre por su parte, sino de “hermanos viviendo unidos”, como David profetizó.
Amarse el uno al otro es un “nuevo” mandamiento porque finalmente COMPRENDEMOS la misericordia de Dios a través de la muerte, expiación y resurrección de Cristo. Hemos sido perdonados, completamente, por lo cual ya no tenemos que pelear por nuestros derechos. En vez de eso, ponemos de lado nuestros deseos egoístas para exaltar a Cristo en nuestras vidas (Fil 2:1-111). Dios convierte a la humanidad en pueblo santo. “Miren cuán grande amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios.” (1 Juan 3:1)
Como dijo Cristo, amar a Dios y amar al prójimo/enemigo resumen la Ley y los profetas (los Diez Mandamientos), pero a estos, Cristo añadió el último mandamiento: el evangelio de la gracia, resumido en el amor por el otro. Amar a los miembros de la iglesia es amar a Cristo. Éste es un concepto del Nuevo Testamento únicamente. “Nuevo”.
Amarse el Uno al Otro Honra al Dios Trinitario
Dentro de la iglesia hay “cizaña”, o gente que no fue salvada, y hay gente salvada, que pelea contra el pecado con distintos niveles de éxito. A la larga, dos grupos dentro de la iglesia visible: el trigo y la cizaña. Sólo al empoderar al Espíritu de Dios podemos amar a ambos, incluyendo a los hipócritas hirientes y a los pecadores dentro de nosotros. Recuerden: el ADN ayuda a toda la creación a obedecer el mandamiento. El Espíritu vive en nosotros, fomentando y permitiendo este amor de sacrificio. Cumplir en Cristo nos deja sentir el amor en todos los frutos del Espíritu (Gal 5:22-23). Al amar a quienes Él ama, probamos que somos discípulos de Cristo. Al amarnos los unos a los otros, ponemos de lado el amor propio; el amor a Dios se convierte en el punto focal y en el propósito de nuestras vidas.
En todo esto, amarse el uno al otro, honra al Dios trinitario:
❤️Cristo es complacido, ya que amó tanto a la Iglesia que murió por todos y cada uno de sus creyentes, y al amarnos le demostramos honor y generosidad a la Iglesia que él amó.
❤️El Espíritu Santo se deleita cuando una iglesia que ama a Cristo se une en el amor de sacrificio y llama a todos los que desean a unirse a Cristo.
❤️Como Dios Padre creó este mundo para revelar su amor abundante, lo honramos cuando demostramos el amor que él nos da: un vínculo de unidad en la exaltación de Cristo.
El gran plan de Dios para el mundo culmina en amarnos los unos a los otros. Desde el libro de Génesis hasta el Apocalipsis vemos al mundo moverse a través de las leyes y profetas. Un jardín, un árbol, una cruz, luego un Cordero en el Trono rodeado de una canción unificada por los que lo aman.
Toda la atención a Cristo. Todos asombrados por su gracia. El amor unificado en la Iglesia pone en relieve el amor de Cristo en Ella, y lleva la atención a la grandeza del amor de Dios: un amor que perdona, que es libre, y que es abrumadoramente hermoso.
Darlene N. Bocëk es la autora de “Trunk of Scrolls”, y próximamente de la trilogía de ciencia ficción cristiana “Pogland”. Sus escritos han sido destacados en la revista “Modern Reformation” y han sido traducidos en diversos idiomas. Es la esposa de un pastor en Izmir, Turquía. Pueden seguirla en Facebook o Instagram, o ver otros estudios bíblicos y escritos en http://darlenenbocek.com
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